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martes, 10 de mayo de 2011

L’enfant terrible del cine danés (mundial)


Lars von Trier es, sin pensármelo dos veces, uno de mis diosecillos en cuanto a cine se trata. Es un director danés, altamente experimental e independiente dentro de lo independiente, podría decirse que él es un género aparte (todo esto dicho desde mi “no extenso” pero tampoco “breve” bagaje cinematográfico). Antes de continuar debo aclarar que esta vez no trataré sobre su obra última: Antichrist; la cual siento que aún no he terminado de ver, a pesar de haberla visto tres veces. Si bien me ocuparé de sus trabajos en general dándole una visión más incluyente y algo tangencial he decidido dejar esa película para otro post futuro, cuando haya terminado de digerirla.

Mi primer acercamiento a “Lars” (creo que tengo la confianza suficiente como para tutearlo) fue de lo más azaroso, un día un par de años atrás, intentado consumir más cine no convencional pasé por una página en la que había una lista titulada, “Las 10 películas más extrañas de todos los tiempos”, el título me pareció exagerado -pero ese es otro tema. Recuerdo que antes de pasarme por esa página había visto en algún centro cultural la película Gummo, de Harmony Korine, dejándome bastante perturbado y fascinado a la vez. A raíz de eso comenzó mi búsqueda en internet hasta que llegué a este top 10 ya mencionado, donde uno de los títulos en particular llamó mi atención, Los idiotas, de un tal Lars von Trier. Hay que reconocerlo, su nombre es imponente, cualquiera que tenga un “von” delante de su apellido tiene que saber lo que está haciendo (luego descubriría que él lo colocó, su nombre original es Lars Trier), así que rápidamente corrí hacia el pequeño bastión subterráneo de la piratería y conseguí esa película.

Pocas veces recuerdo haberme sentido como luego de verla, para alguien como yo, bastante acostumbrado a las convencionalidades sensacionalistas del cine hollywoodense no podía suceder de otra forma. Si bien ese primer acercamiento al cine “monstruoso” que tuve con Gummo me sirvió de soporte para no sentirme tan incómodo con Los idiotas no fue suficiente, para empezar nunca había visto encuadres tan inestables como los que provoca la cámara en mano de Lars; su manera de desplazarse por el entorno es demasiado envolvente, sin embargo, y sin ánimos de pecar de morboso, el verdadero impacto llegó con la escena de sexo no simulado (así es, ¡No simulado!, al igual que el de las películas pornográficas), simplemente no podía creer que exista un tipo de cine que muestre primeros planos de una penetración -por ejemplo-, y al mismo tiempo pueda contar una buena historia.

Definitivamente Lars se encontraba fuera de cualquier perspectiva, al menos desde mi perspectiva. Sencillamente me encapriché con sus producciones, la segunda película que vi de él fue Dogville, otra narración sencillamente salvaje y con el plus del ambiente teatral, ya que en este film el escenario cuenta con escasos elementos y a manera de un plano las estructuras se encuentras trazadas en el piso con algo que podría ser tiza, con sus respectivos rótulos escritos en el suelo, como “Calle Elm” o “Casa de Tom Edison”, una propuesta extravagante como pueden imaginar.

De esta manera podría continuar enumerando las excentricidades de este director pero me tomaría demasiado tiempo hacerlo, prefiero pasar a la impresión que tengo de él, estoy seguro y con cuerdo con mucha gente que sin importar la apreciación de cada persona sobre las películas de von Trier nadie puede mostrarse indiferente ante ellas, o bien las aman o bien las detestan, pero no es un tipo de producción que provoque impasibilidad o aburrimiento, de alguna forma logra causar sensación, pero no de la manera visual precisamente, es algo más interior, sublime por decirlo más directamente y con el perdón de los más leídos. Estas historias te cambian y tocan en lo más profundo, sacan a la luz aquello que normalmente y por el bien de la sociedad tendemos a mantener oculto. Lars von Trier muestra sin temor condiciones humanas en estado puro y brutal, esa es su gran y verdadera herramienta como narrador, la capacidad de estrellar en la cara sin reparo alguno lo más atroz que se pueda ocultar en la gente y no gente de portada, ni íconos de masas, sino personas cualquiera. Todos sus relatos engendran incomodidad en los espectadores y despiertan pasiones muy al estilo de la catarsis y algunos, como es el ejemplo de Dogville, provocan un goce malsano y escalofriante con la sucesión de acontecimientos y posterior desenlace.

Hubiese querido poder comentar ampliamente sobre cada una de sus películas pero el espacio no es del todo apropiado, estoy seguro que más adelante podré comentar particularmente alguna otra de sus producciones como ya prometí hacerlo con Antichrist (la cual, como le resumí torpemente a una amiga: “Te va a doler en tu femineidad”).

Por lo mencionado queda claro el por qué de su apodo de l’enfant terrible del cine danés, y yo agrego: del cine mundial. Dejo un par de enlaces para aquellos interesados en el tema, ninguno demasiado sorprendente (wikipedia), pero para que tenga algo de referencia sobre sus otras películas, dentro de las que he visto particular importancia para Breaking the waves, Dancer in the dark (con Björk) y Manderlay (continuación de Dogville), pero todas las que he revisado me han parecido geniales y no creo equivocarme (aparándome en el valor de la opinión, convenientemente).

Enlace de la lista que comenté al principio:

http://mx.answers.yahoo.com/question/index?qid=20080622224226AAMRmmO

Lars von Trier en wikipedia:

http://es.wikipedia.org/wiki/Lars_von_Trier

viernes, 22 de abril de 2011

Narración extraordinaria


Generalmente resulta un poco más complicado consumir cine diferente, no mejor ni peor, solamente distinto, porque es el que no aparece en Cinescape (no me están pagando por publicidad), ni llega a nuestra cartelera, ni la piratería se interesa mucho por él (porque no hay demasiada gente que lo consuma), al igual que toda industria, aunque siempre hay pequeños bastiones a los que se puede acceder. Pero ese no es el punto, ya me encargaré de hablar de eso en alguna otra introducción. Lo que quiero tratar esta vez es sobre una producción realmente arriesgada y realmente brillante.

En Argentina existe uno de los eventos más importantes del cine independiente mundial, el BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) que se realiza desde 1999 y cada año la concurrencia aumenta. En él se proyectan películas de todas partes del mundo y hay espacio tanto para los consagrados como para los nuevos talentos indies. A pesar de haber sido proyectadas múltiples películas en sus salas de turno en el 2008 (10ma edición), el director argentino Mario Llinás sorprendió y, literalmente, se robó el show con el estreno de su película Historias extraordinarias, la cual, es el tema de este pequeño artículo.

Si se revisan los datos de la película antes de empezar a verla se pensará en ella como un reto, con una duración de más de 4 horas, puede intimidar o disgustar por su aparente exageración, pero, después de verla, queda totalmente claro que no podía ni debía durar menos. Historias extraordinarias cuenta las aventura de tres personajes, X, Z y H, así es, sin nombres, no resulta algo necesario para el desarrollo de las mismas, presentándose como un libro (incluso, es probable que se trate de la mejor adaptación literaria al cine si se piensa en el guión como una novela) gracias a los primeros dos de los tres elementos, según yo, principales del film. Este primer gran elemento articulador del relato es la voz en off, la que nos detallará todo lo sucedido con respecto a los personajes centrales; es un narrador interesante porque puede mencionar con gran exactitud los pensamientos y sensaciones experimentadas por estos, pero ya no es tan certero cuando se trata de otros acontecimientos, como algo que ocurre lejos de la vista de X por ejemplo; además estos discurso manejados por las voces en off (no es una sola, son tres que se intercalan para contar las diversas historias) poseen un valor estético de gran calibre, no son descripciones simples, son manifestaciones bellas, poéticas incluso. En segundo lugar se encuentra la división por capítulos que recuerdan claramente la lectura de una novela con particular inclinación o similitud por la novela de aventura, en la que el título de cada capítulo insinúa lo suficiente como para capturar al lector y al mismo tiempo, no deja ver demasiado como para romper el suspenso. Como tercer elemento de gran importancia propongo, el magnífico e impecable uso del enfoque; la técnica estética visual alcanza una destreza y un tino que se amalgama perfectamente con las dos característica ya mencionadas; de ésta forma Llinás nos guía con los enfoques haciendo que veamos lo que compete a la narración de ese momento y al mismo tiempo sugiere en la parte “borrosa” el complemento de la idea principal. Creo que hasta aquí es suficiente del aspecto formal, es inevitable ahora que pase por alto otros aspectos y además me guarde mi subjetiva y efervescente opinión sobre la película.

Además de lo mencionado cabe resaltar la escases de diálogos, los cuales son rellenados por la voz en off o por otros personajes secundarios; X, Z y H no tienen voz, la banda sonora es insuperable, las pequeñas historia que aparecen como meras anécdotas, son igual de entrañables que las principales, la combinación de narración violenta y pausada junto al requerimiento de prestar mucha atención a las secuencias policiales de la historia de X le dan una dinámica atmosférica a este texto fílmico, haciendo que resulte prácticamente imposible mantenerse indiferente ante él.

Como último punto, no está demás mencionar la lectura esperanzadora que pueden darle los realizadores independientes a esta película, la cual no contó con mucho apoyo, aún así puedo decir, sin miedo a equivocarme, que Llinás logra ejecutar una obra maestra con un presupuesto moderado, una cámara en mano y suficiente talento.

Estoy seguro que todo lo expuesto no muestra más que en un mínimo porcentaje de todo lo que engendra Historias extraordinarias en uno al momento de verla. Invito efusivamente a que sea vista, hasta ahora no me he topado con ninguna agenda cultural de ningún lugar de Lima que haya anunciado su proyección pero ya se puede conseguir en versión pirata gracias a la magia del gran emporio comercial Polvos Azules.

Ya para cerrar con esta edición (un poco alucinado con el adjetivo) y a manera medio anecdótica quisiera agregar que la película posee dos intermedios, uno cada hora y media aproximadamente, dividiéndola en tres partes, originalmente; como ya mencioné, fue estrenada en el BAFICI, es decir fue una proyección en una sala de cine, lo que me hace pensar que estos intermedios fueron un acto de bondad por parte de Mario Llinás para la audiencia, ya que de no haber sido fragmentada de esa manera (cada intermedio duró 10 minutos) era muy probable que los asistentes hubieran preferido omitir cualquier salida de la sala antes que perderse un minuto de estas extraordinarias historias.

viernes, 25 de marzo de 2011

Estatuillas de bajo presupuesto


Muchas de las cosas que captan mi atención o que resultan de mi agrado están desligadas de la publicidad. Debe ser por esa parte de mí que siempre estuvo fuertemente ligada a lo underground, es por eso que siempre debo estar muy atento a los pequeños volantes o afiches, más que a los grande paneles o largos comerciales que nos asedian diariamente, o, en su defecto, simplemente relajarme y apelar a que la buena suerte me lleve hacia alguna muestra interesante en la que no hay más de dos o tres personas, como ya me ha pasado antes. Sin embargo no quiero parece uno de esos tipos que afirman que lo verdaderamente bueno es aquello que nadie conoce, consumo de todo (y esto no es una apología a la droga, si revisan el contexto lo notarán), lo que apunta a lo general y también lo que va a lo especializado, de-autor y de-género, independiente y comercial.

El tema central del artículo lo revelaré un poco más adelante, pero va por el lado del cine, sobre el cual me gustaría hacer una pequeña crítica. Es cierto que he gozado con las proyecciones más aberrantes del cine llamado indie como Antichrist o Gummo, pero también me he divertido varias horas con otras cintas que muestran a Bruce Willis volando cuarenta metros por el aire, a lo bichos azules de James Cameron (los cuales no es posible definir si se encuentran en Pandora o en la sala de cine gracias a la tecnología 3-D) o a Julia Roberts corriendo detrás de algún chico lindo de Hollywood; así es, disfruto tanto con aquellas que muestran miseria y horror, como con esas otras que nos hacen creer que el mundo puede ser un lugar mejor, que los héroes existen o, en última instancia, esas que “traen un ‘buen’ mensaje” -soy de la idea de que cualquier persona que respete la obra de los demás procurará no buscar mensajes concretos dentro de la narración, texto, conjunto de signos o como se le prefiera llamar a las producciones artísticas en general, no todo tiene que ser un llamado a la consciencia por la crisis ambiental o la guerra en medio oriente-, pero debo aclarar que sí me encuentro un poco desilusionado en el aspecto de que el cine de masas, o el cine para masas limeñas si se quiere ser más especifico, se ha encargado de lavar el cerebro de varias generaciones ya, al punto de que la máxima de los habituales consumidores y los que no lo son tanto (al menos los de mi generación) parece ser: “si explota es bueno”, es extraño, pero cierto, he notado en más de una ocasión, que el valor de una película se juzga en base a la cantidad y calidad de efectos especiales en primer lugar, luego la capacidad de asustar en el género terror y la micro catarsis característica de la comedia romántica, todo esto en base a mi experiencia y el común denominador de mi muestra (la gente que he conocido en estos años). Por último y para acabar con esta extensa y medio inconexa introducción, debo aclarar de que al momento de tomar mi ejemplo coloco como género principal las películas de acción porque son las que, de ser “buenas” (bajo los parámetros ya mencionado), causan mayor emoción -y likes en facebook también-.

Ahora sí, lo que es de mi incumbencia y hablando de cine, a fines de febrero se celebró (seguro que ya están pensando en la entrega de los Oscar ¿verdad?) la vigésimo sexta entrega de los Film Independent Spirit Awards, es decir, el reconocimiento a las películas independientes o, como se me ocurrió (, muy astutamente,) llamarlo, la noche del anti-glamour del cine. El evento fue transmitido para Latinoamérica por el canal que se ha ganado mi corazón: I. Sat (Imagen Satelital es lo que significa creo), esta señal Argentina se caracteriza por su variada y también especializada selección de películas o, como comentaría con mis amigos, tiene un montón de películas caletas y buenas, además de series y algunos programas musicales. Volviendo a la celebración, esta resulta particularmente atractiva porque guarda la misma relación con los Oscar que las películas independientes con su contraparte hollywoodense. Suele llevarse a cabo un día antes que la de la academia pero muy por el contrario no se ocupa un gran teatro, ni los artista visten sus mejores atuendos, sino se coloca una carpa en un playa de California y las “estrellas” de la noche llegan vistiendo poco más que su ropa de diario; también se cuenta con un anfitrión el cual no se encuentra censurado al momento de expresarse y puede usar expresiones un poco más cargadas y fuertes que el humor un tanto más light que se aprecia en la noche de la academia; otra característica harto importante está en el tiempo del que dispone cada ganador para dar su discurso de agradecimiento ya que éste no cuenta con un límite y -en teoría- podría demorarse medio hora agradeciendo, creo que el fin de esta particularidad es hacer honor al título del premio.

Finalmente quisiera mencionar lo que creo es el detalle más importante e interesante de todos, estos premios hechos para los “olvidados” (lo coloco entre comillas porque la película multipremiada de la última edición fue El cisne negro, por ejemplo) me parece, desde un punto de vista más mágico o cósmico tal vez, que cumplen una especie de función equilibrante a nivel universal en el séptimo arte, se hace justicia ya que se premia a eso que nos aterra, no lo que muestra un lugar mejor, sino lo que enfoca desde un ángulo más cercano a las personas de a pie (un ángulo cámara al hombro probablemente), Hollywood nos muestra nuestro deseo, nos hace desplazarnos al héroe de la pantalla, las películas independientes, por otro lado, nos muestran eso que no queremos ser pero sabemos que en cierta parte somos, como se definió en I. Sat a los participantes del evento del espíritu libre: los perdedores, que es lo que habitualmente somos, frustrados, miserables, deseosos de cosas aparentemente inalcanzables, etc. y creo que es precisamente esta la razón por la que me emociono mucho más con estos premios que cuando alguien se gana un pequeño hombre desnudo de oro macizo, porque hasta cierto punto alguien más parecido a mi es quien está obteniendo reconocimiento, alguien que vive en un lugar no pequeño pero tampoco grande, alguien que no puede comprar un par de hectáreas en la Luna o casarse con una súper modelo o actriz reconocida cada tres o cuatro años; siguiendo esa lógica y tratando de ver el lado de la utilidad esta entrega de premios a los pequeños realizadores (y los que no son tan pequeños pero tienen ganas de hacer algo fuera de los parámetros comerciales) resulta más entretenida y conmovedora que la Gran ceremonia ya mencionada para la que he debido usar diversas figuras y así no caer en redundancias.

Como último detalle quisiera comentar que, realmente, en cierto aspecto sí tengo un poquito de sujeto elitista que le gusta presumir moderadamente sobre las cosas que consume cuando sabe que no todos están enterados de ellas, siempre es divertido tener algún dato extra de algo y son muy útiles para evitar cualquier silencio incómodo en una conversación, en resumen, siempre será un plus decir “Yo vi la última entrega de los Independent Spirit Awards”.